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El plan de naturalización prevé plantar casi 3.000 árboles de media al año

El Ayuntamiento detecta grave escasez de ejemplares en el Centro y la zona oeste, donde se promueve fortalecer El Lauredal para mitigar la contaminación

Árboles en la calle Asturias. | Marcos León

Fuente: lne.es

Autor: R. Valle

Los nueve minibosques cuya plantación se ultima en los barrios de Viesques, Moreda y La Calzada dentro del proyecto "Gijón Ecorresiliente" no son más que una pequeña pieza de la gran propuesta para generar un Gijón más verde que se impulsa desde el Ayuntamiento. Y que sienta sus bases en el plan director de naturalización urbana de la ciudad donde se enumeran una serie de estrategias a seguir hasta 2045. Un elemento central de este plan director es el arbolado. ¿El reto? Dar un salto cuantitativo y cualitativo en cuanto a la presencia de los árboles en la zona urbana y sus beneficios para ampliar la trama verde, mitigar el cambio climático y mejorar la calidad de vida de los gijoneses.

El Ayuntamiento tiene inventariados 38.735 ejemplares arbóreos con un desglose 28.332 ejemplares en parques, jardines y zonas verdes, 7.514 en alcorques en las calles, 2.723 que tienen la consideración de arbolado en viario urbano porque están en zonas verdes pero reciben el mismo tratamiento de podas periódicas que el arbolado viario y 166 ejemplares que no están asignados a ninguno de esos tres grupos. La propuesta es sumar otros 63.884 para lograr que a lo largo de los próximos 22 años la cifra mínima sea de 102.619 ejemplares (unos 2.900 de media al año). Un crecimiento del 65%.

Pero no solo se trata de plantar más árboles. También de hacerlo en los entornos más adecuados para solventar problemas del presente. Aunque una mirada general sobre Gijón permite ver mucho verde y muchos árboles lo cierto es que los estudios indican que tanto en el Centro como en El Natahoyo, La Arena, El Coto y El Llano el porcentaje de superficie vegetalizada no alcanza el 10% frente al 60% que se puede concretar en barrios periféricos de desarrollo más reciente, menos densidad de población o una gran proximidad al ámbito rural.

Ese porcentaje de menos del 10% baja al 2% si lo que se cuenta es en concreto la superficie arbolada y si ese conteo se hace en el Centro y el Oeste con, se indica en el plan , "una escasa presencia de arbolado en contraposición al arco urbano de la mitad Este de la ciudad".

La propuesta que se hace en el plan de arbolado es diseñar una programación que, como mínimo, consolide la plantación de alrededor de 12.000 ejemplares cada cinco años. Una cifra que es la que ahora mismo se está manejando para los nueve minibosques que se han diseñado en base a un proyecto de financiación europeo, una actuación de participación social que moviliza a las entidades vecinales y colegios de los tres barrios y un sistema de plantación que se conoce como "método Miyawaki".

A la hora de decidir que espacios priorizar para empezar con ese crecimiento se sugieren microactuaciones en, por ejemplo, zonas de aparcamiento que carecen de árboles o avenidas como la de José Manuel Palacio donde la presencia del arbolado es inferior a otras vías similares.

Y hay una recomendación muy concreta de actuación sobre el parque del Lauredal por la importancia que el arbolado tiene para mitigar los efectos de la contaminación que sufre toda esa zona. El Lauredal es uno de los espacios que el plan director de naturalización urbana incluye en la categoría de pulmón verde de Gijón junto a los parques de Isabel la Católica, Moreda, Los Pericones y el Parque Fluvial de Viesques. A ese grupo se suma en el documento en el Jardín Botánico como pulmón verde pero sin una propuesta de intervención dada su singularidad. La idea para potenciar el parque del Lauredal y su efecto como barrera anticontaminación es enriquecer el enclave con la plantación de especies de crecimiento medio y porte grande como plátanos, castaños de indias y abedules. La propuesta es que la actuación en esa zona se desarrolle en el corto plazo, lo que prolonga la actuación hasta 2030 dentro de un cronograma general que se va hasta 2045.

Otro dato en lo que tiene que ver con el patrimonio arbóreo de Gijón: hay unos 200 ejemplares que tienen la consideración de singulares por su edad, porte o vinculación a algún elemento histórico o tradicional. Muchos de ellos están en una situación de riesgo de supervivencia por su avanzada edad o las complicaciones que les ha generado el crecimiento urbano a su alrededor. Y sobre ellos, la mayoría en carbayeras, hay un plan municipal de restauración que arrancó en 2020 con la mirada puesta en 88 ejemplares.

Una ciudad resiliente

El plan director de renaturalización urbana –cuyos estudios de partida se elaboraron a lo largo del año pasado y donde se incluye el plan de arbolado– se promovió desde el Ayuntamiento como uno de los grandes planes estratégicos de ciudad y se organizó como un documento de análisis pero también de orientación de las políticas municipales a desarrollar en las próximas décadas con el objetivo de convertir a Gijón en una ciudad resiliente en 2045. Al tiempo es un estudio de valoración de lo hecho hasta ahora teniendo en cuenta que este nuevo plan profundiza en la filosofía que marcó el desarrollo del Arco Medioambiental como programa de gestión de los espacios verdes municipales de la zona rural y periurbana a lo largo de tres décadas.

El listado de actuaciones realizadas en las últimas décadas incluye el Arco Medioambiental y el Jardín Botánico, ahora mismo cumpliendo su 20º aniversario, pero también otras iniciativas mucho más cercanas en el tiempo como la eliminación de la avenida de El Molinón como vía de circulación para incorporarla como zona de paseo al parque de Isabel la Católica. Un parque, otro de los pulmones verdes de la ciudad, sobre los que también se está desarrollando un proyecto integral de reforma que va más allá del acondicionamiento de sus espacios verdes. Y, como todo está interconectado, en la propuesta de actuaciones del plan de naturalización urbana hay muchas coincidencias con las propuestas del polémico plan de movilidad. Desde la necesidad de llevar el verde al Muro de San Lorenzo a la generación de caminos escolares seguros donde la vegetación forma parte de un espacio que los más pequeños puedan recorrer de casa al colegio y del colegio a casa andando o en bici.