Alexandra Delgado en el Foro de Bosques Urbanos de la Razón

Videoentrevista de La Razón

Videoentrevista: larazon.es

Fuente: larazon.es

La creación de bosques urbanos está incorporándose rápidamente a la forma de transformar las ciudades para que sean mejores para sus habitantes. Son una de las soluciones basadas en la naturaleza útiles tanto para la mitigación como para la adaptación al cambio climático del lugar en donde vive y va a vivir más de la mitad de la población mundial en 2050, según las previsiones.

La Nueva Agenda Urbana de la ONU destaca las contribuciones de los bosques y áreas verdes al desarrollo sostenible de las ciudades: facilitar una vida sana, reducir efectos como la isla de calor, disminuir la contaminación, mitigación de los efectos del cambio climático y adaptarse a ellos. Contribuciones que, justamente, dan respuesta a los principales desafíos que tienen los núcleos urbanos: cambio climático, contaminación local, gestión del agua, presión demográfica desordenada y movilidad. Todos ellos afectan a diferentes aspectos de la calidad de vida de los habitantes de las ciudades, especialmente a su salud física y psicológica.

Asimismo los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible, concretamente el 11, hacen un llamamiento a lograr que las ciudades sean inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles.

Por todo ello, la integración inteligente y coordinada de bosques urbanos concebidos como corredores naturales conectados e incorporados en las ciudades, se ha situado en lugar destacado de las políticas urbanas. Y también de las estrategias de organismos y empresas, que se comprometen a plantar árboles como parte de sus acciones de sostenibilidad.

En este contexto, se celebró recientemente el “I Foro Bosques Urbanos” organizado por La Razón, que contó con la participación de Borja Carabante, responsable Área de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid; Javier López Buciega, director de Citizen Services de Acciona; Alexandra Delgado Jiménez, arquitecta y directora de AD Arquitectura Urbana y Fernando Ruiz Ruiz de Gopegui, vocal de la Junta de Gobierno en Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Los cuatro, moderados por la firmante de esta información, expusieron y aportaron ideas sobre el papel de los bosques urbanos y las mejores opciones para su desarrollo e implantación.

Borja Carabante destacó en primer lugar el «incremento de la concienciación sobre la mejora y aumento de nuestro patrimonio verde. Precisamente, Madrid es una de las ciudades con mayor y mejor patrimonio verde, con el 50 por ciento de nuestra superficie arbolada y el 50 de sus calles arboladas: hay cinco millones de árboles en nuestro ayuntamiento. Y contamos con un patrimonio de parques históricos, como el Retiro, o modernos, como Madrid Río, que nos obliga a asumir su mantenimiento y mejora. Ello requiere – continuó Carabante-, destinar recursos presupuestarios, humanos y técnicos, para lo que hemos incrementado los contratos de conservación de nuestros parques, jardines y zonas verdes en un 45 por ciento, pasando de 77 millones de euros a 118 millones. Por otra parte estamos recuperando el arbolado afectado por la borrasca Filomena, prácticamente la mitad de los árboles de la ciudad». En este sentido, Carabante añadía que «estamos contando para ello con un comité de expertos independiente, para sumar al importante conocimiento que hay en la propia administración, con el que aporta la sociedad civil. Con el objetivo de aprovechar la situación para plantear escenarios a largo plazo, más allá de replantar simplemente. Nos hemos propuesto el objetivo de plantar 100.000 árboles en Madrid, para que no haya ningún alcorque sin su árbol, Y, finalmente, tenemos un proyecto estratégico para la ciudad que es el Bosque Metropolitano, que está en marcha, y que supone establecer un anillo alrededor de Madrid, que sea una barrera medioambiental, absolutamente verde que una todos los espacios forestales espacios verdes con otros, desde el centro de la ciudad y con los nuevos desarrollos urbanísticos previstos».

Por su parte, Javier López, recalcó en la relación entre la salud y la ciudad «bosques urbanos actúan en dos vectores: uno es la calidad ambiental, la calidad del aire es el mejor ejemplo. Y otro es la calidad de vida de los ciudadanos. La COVID-19 ha puesto aun más de manifiesto la importancia de tener áreas de ocio y de expansión en la ciudad. Por tanto, los bosques urbanos son una opción muy buena para mejorar ambos vectores, calidad ambiental y calidad social. Y, para ello, el aumento de la concienciación social es también muy importante, dada la situación de emergencia climática en que vivimos. No podemos pensar que todavía tenemos tiempo para actuar, porque estamos en tiempo de descuento.».

Para Alexandra Delgado, «aproximar la naturaleza a la ciudad supone su renaturalización y aumento de la biodiversidad, incrementa la permeabilidad urbana y permite una acción social. Por ello es interesante en cualquier escalad e ciudad, de cualquier tamaño. Y hay que pensar también que el interior de las ciudades ofrece muchas posibilidades para hacer actuaciones verdes en el espacio público. Por su parte, los bosques urbanos hay que verlo, no solo como algo grande y alejado, sino que son la solución óptima para engarzar unas infraestructuras verdes con otras, de manera que se puedan establecer corredores ecológicos que engarcen calles arboladas, con parques de pequeña dimensión y con parques periurbanos. Y estos proyectos se pueden desarrollar no solo como parte de la acción política, sino que se pueden construir de manera colaborativa».

Precisamente, Javier Ruiz hizo especial mención de la necesidad que plantean estos proyectos de «contar con equipos multidisciplinares, incluso internacionales, para aprovechar el conocimiento y la experiencia: ingenieros, paisajistas, arquitectos, urbanistas, sociólogos, químicos, gestores de agua, etc. Y no podemos olvidar a los médicos, porque su opinión es muy importante para incorporar los criterios de salud en estos proyectos. Lo que se consigue incorporando a toda la sociedad son logros muy importantes. Y pongo un ejemplo: está en marcha el concurso de Madrid de la ampliación de la estación de Chamartín. Están trabajando 10 grupos en proyectos, yo creo que nunca he visto un compendio de tantos especialistas trabajando en el mismo tema».

Entre los diversos temas que se pusieron de relieve, también estuvo el impacto positivo que suponen las plantaciones urbanas como herramienta de compensación de huella de carbono para las empresas. Javier López, comentó cómo «en un primer momento, las empresas comenzamos a medir nuestra huella, luego pasamos a neutralizarlo, y hoy en día ya estamos en efecto positivo. En ACCIONA, concretamente, empezamos en 2010 con nuestro primer Plan Director de Sostenibilidad, y en el último ejercicio de este plan, 2020-2025, nos hemos comprometido a plantar un millón de árboles. Otras grandes corporaciones están haciendo cosas similares. Para mí, esta involucración en la responsabilidad social y corporativa es un caso de éxito, como aportación a la creación de bosques urbanos y otro tipo de plantaciones». Como ejemplos citó dos plantaciones realizadas con el Ayuntamiento de Madrid en 2021, «una en la Dehesa de la Villa, que nos va a proporcionar 300 toneladas de CO2 en los próximos 30 años, y otra en el Open Madrid de Golf, con más de 1.000 árboles y con 900. Lo que nos lleva a concienciarse sobre la gran cantidad de árboles que hay que plantar para compensar y todo el trabajo que tenemos por delante».

Fernando Ruiz aportó «una regla muy sencilla: 3, 30, 300. Es decir, un ciudadano debe poder ver desde la ventana de su casa, al menos tres árboles, el barrio en el que vive debe tener una cobertura forestal que le cubra al menos el 30 por ciento, y debe tener una zona verde a menos de 300 metros. Y destacaría que los nuevos desarrollos urbanísticos previstos, van a tener un porcentaje muy por encima de esos valores».

Precisamente, a propósito de estos nuevos desarrollos y también de otras actuaciones que parten de tiempo atrás, surgió el tema de los plazos y los tiempos. Cómo son de compatibles los tiempos de planificación de los proyectos, la ejecución de las obras, los de la naturaleza y el crecimiento de los árboles, con, por ejemplo, la visión y los tiempos, -generalmente más cortoplacistas de la política. Borja Carabante, consideró que «afortunadamente, la infraestructura verde se incorpora desde la planificación. Lo que rebasa la visión de la política y obliga a trabajar con vistas a tiempos más largos. Hay que hacer previsiones de diversos tipos, económica, disponibilidad de suelo, etc. Esa es la clave para sobrepasar esa visión del corto plazo».

A propósito de esta cuestión, Alexandra Delgado expuso el caso del Plan Director de Naturalización Urbana de Gijón, «promovido por la ciudad en los años 80 con el objetivo, con un arco medioambiental basado, por una parte, en las fincas municipales en suelo, con el que se ha creado un corredor en torno a la ciudad que recupera el paisaje cultural, y por otra, en diversas actuaciones en el casco urbano. Un trabajo que se ha desarrollado durante décadas, sin el que no sería posible lo alcanzado, que ya avanza cómo será la ciudad en 2050».

En este punto, el papel de las empresas es «aportar el conocimiento, propuestas, soluciones, servicios, -argumentó Javier López-, generar soportes urbanos, etc. Y una muy importante, la búsqueda de las especies adecuadas para cada actuación, para asegurar las viabilidad según el entorno ya que los tres primeros años son claves para los arboles. Todo ello permite prever los costas y facilitar la gestión y el mantenimiento posterior, una función que ACCIONA tienen encomendada en diversas zonas. En cualquier caso, la colaboración entre ciudadanos, administraciones y empresas es básica».

Alexandra Delgado